La música sonaba muy fuerte,
demasiado quizás. El ambiente estaba saturado de humo extraño que casi no
permitía la respiración a los individuos que se dedicaban a bailotear por el
recinto. Había uno en concreto que no bailoteaba, ni bailaba, ni siquiera se
estremecía por los altos golpes de la música. Sus ojos vidriosos veían sin
mirar; su mano derecha cogía un vaso, o una mano, que no existía. De sus ojos
caían pequeñas gotas de cristal, que rodaban por sus mejillas.
Ése eras tú.
En la fiesta de cumpleaños aún estabas ido, en tu mundo, a causa de la pérdida;
por eso nadie quería molestarte, pues todos sabían qué significaba para ti.
Nadie te molestaba pero a la vez estaban atentos a ti, a cualquier indicio de
cambio, ya fuera para bien o para mal. Todos tus amigos estaban muy frustrados,
pues te conocen a la perfección; sin embargo, ese día nadie te conocía. Poco a
poco empezaron a pasar de ti y centrarse más en la fiesta.
Nadie supo
dónde fuiste. Simplemente, te desvaneciste, y nadie te encontró. Apareciste una
semana y media más tarde delante de la puerta del hospital. Nadie nunca sabrá
qué hiciste en ese lapso de tiempo. Después de salir del hospital y de
someterte a todo tipo de tests de psicólogos y psiquiatras diversos, te dejaron
hacer libremente. Fue un alivio para todos.
Empezaste
poco a poco a hacer tu vida con normalidad. Volvías a sonreír, y cada día eras
más comunicativo. Hasta hiciste nuevos amigos que te enseñaron cosas nuevas,
cosas que hicieron que enterrases tu pasado para mirar con nuevos ojos el
futuro. Con esos nuevos ojos pintaste esos dibujos que tanto intrigan a quien
te rodeaba. Esos dibujos representaron para todos un claro cambio; había muerto
esa persona triste e ida que sólo pensaba en el pasado, en lo que había hecho
mal y bien, que nunca estaba en el presente.
Esos mismos
amigos resultaron no ser tan buenos como pensaban todos, pues te condujeron por
los caminos más oscuros del ser humano. Si hay alguien con más altos y bajos en
su vida, ése eras tú. Quizá tu vida no hubiera sido ni la mitad de interesante,
como se atreven a criticar algunos hoy, pero hubieras sido seguro una persona
muy diferente; no hubieras sido tan mezquino, tan cerrado ni tan brutalmente
violento. Pero los que te conocían de verdad seguían queriéndote.
Después de
esas dos caídas tan fuertes, muchos te dejaron parcialmente de lado. ¿Para qué
tener contacto con una persona que no es capaz de tener una mínima estabilidad
emocional? Repito que tus incondicionales seguían a tu lado, aunque quedasen
pocos. Habiéndote abandonado todos esos que sólo te querían por interés, no
cambió nada en ti. “Si me han dejado de
lado es por algo”, decías a menudo. No era esa la cuestión, si no que
realmente no te supieron valorar. Esas personas sólo quieren vivir en la
felicidad; todo aquel que les impida mínimamente ser felices lo apartan de su
mapa.
Todos –y
repetidas veces– han podido comprobar lo fuerte que eras; sólo alguien como tú
hubiese podido aguantar todo ese alud de desgracias tan seguidas. Aunque quizás
tú no lo considerases desgracia todo, quién sabe. Quizá al final veías las
cosas tan distintas a nosotros que no
comprendíamos por qué seguías sonriendo. Un misterio que nunca podremos saber,
tampoco.
Todos
creíamos conocerte muy bien. Después de haber visto cómo había ido tu
adolescencia y pronta juventud nos podíamos esperar cualquier cosa de tu plena
y bella juventud. Otra vez, estábamos todos muy equivocados. Olvidaste tu
pasado y empezaste de cero otra vez. Curioso, empezaste de cero por enésima vez
ya. ¿Cuánto más aguantarías? Nadie lo sabíamos.
Te fuiste de aquí para ir a estudiar fuera, para ver nuevo mundo, y
cuando volviste, te pudimos reconocer de cómo eras al principio. Y, créeme, fue
un gran alivio.
Sin embargo,
la vida no para de darnos sorpresas y, aunque lo sepamos, nunca, nunca nos
acostumbraremos. La carta que escribiste explicaba muy bien todas tus razones y
qué pasaba con cada uno que te rodeaba. Aún así, esas cosas duelen, y nos
costará (al menos a mí) mucho tiempo perdonarte por haberte marchado así, a la
ligera. Pero contigo haremos una excepción, y te perdonaremos. Como siempre.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada